Cuando un hombre o mujer lobo nace inmediatamente la Diosa Luna la empareja con un lobo y con su media naranja o alma gemela, como queráis llamarlo, a mi me da lo mismo. Cómo Alfa que soy siempre esperé encontrar a mi alma gemela, no para vivir una historia de amor ni mucho menos, sino para que esta engendrara a quienes serían mis hijos y quienes una vez yo faltara ellos sentarían cabeza en mi trono. Sin embargo, a mis treinta años aún no encontré a mi pareja destinada. Llegó un punto en el que pensé que Diosa Luna me negó esa posibilidad, razón por la cual busqué mi propia manera de tener un hijo, aunque aún no se diera el caso. La noche en la que mis amigos hicieron una fiesta de cumpleaños para mi, la noche en la que iba a cumplir mis treinta y un años una de las empleadas se me acercó y un aroma liviano me estremeció. "¿Ella es mi alma gemela?" Fue lo que me pregunté. Pero ese-desgraciadamente-tampoco era mi caso. Ella tan solo tenía ese aroma que yo, sin querer, tanto deseaba, tanto me enloquecía y tan adictivo me parecía y era por eso que quería más. ¿Porqué no era mi caso? Porque ese aroma solo estaba impregnado en ella, pero no era suyo. Ella sabía quien era mi mate y cuándo me decidí por seguirla, por saber quien era la dueña de ese aroma tan peculiar. Y me arrepentí... Me arrepentí porque no era "dueña", sino "dueño". Y lo qué más me molestó fue que sin haberlo conocido ya me había hecho adicto a él.
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