Hace un año, un miserable 19 de diciembre peleaba con mi madre para irme de casa, pero no fugarme e irme por siempre y esas estúpidas peleas de niña adolescente, sino unos simples días a casa de mi mejor amigo hasta que llegase la tan esperada noche para mi familia ''la noche buena'' que claramente me parecía una espaciosidad, una idiotez. No tenía sentido festejar algo que ni si quiera se tiene en claro su celebración, muchos dicen, ¡es el cumpleaños de Jesús y hay que celebrarlo en son de paz! ,sin embargo se celebra de la peor manera, con el mal uso de la pirotecnia y la música vulgar.
Esta navidad, no sería navidad si mi mejor amigo, el ser que más quiero en el mundo,no estaría. Sé que todo sería más sencillo si sólo decimos, ''la pasará conmigo esta navidad'' pero no es así porque mi madre no le tiene mucho afecto, ella lo aborrece y es algo que odio decir, ya que antes las cosas no eran así y todo simplemente cambió, como un camaleón cambia de color. Tengo muchas cosas para decir sobre eso, pero les evitaré tanto drama, sólo les diré que mi madre es de esas mujeres que no se les pasa una, que ven la vida como una sola y que hay que hacer tantas cosas malas como podamos porque la vida se acaba y Dios perdonará todo a último momento, pero muchos sabemos que las cosas no se basan en eso. Hay que hacer el bien y ser buenos en cuanto podamos, porque si los demonios y esas cosas espantosas existen, Dios también, no soy capaz de ser lo suficientemente egoísta para creer que el ser humano es el único ser superior de la tierra. Hay cosas más inexplicables más allá de las estrellas, pero ese es otro tema, de los que hay que respetar para mantener un orden o algo así.
En fin, ese miserable día quería sólo estar con él, porque es la única persona que me entiende y que es tan dramático que me encanta, además es tan divertido que nunca podría compararlo con ninguno de mis otros inmaduros amigos, de los que sólo piensan en tener sexo con cualquier tipa que se les cruza.
«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.»
La vida de Andy está rodeada de decisiones. Jugar verdad o reto, declararse o no, el casillero tres o el cuatro, ser honesto con sus emociones o reprimir lo que siente.
Andy no tiene dudas de que la chica que le gusta es Heather, pero es incapaz de hacerle frente, es por ello que, cuando lo retan a declararse, decide escribirle una nota de amor y la coloca en el casillero del que, está seguro, es el de ella.
Sin embargo, su mala toma de decisiones es del mismo tamaño que su torpeza y pronto descubre que se ha equivocado y que el dueño de aquel casillero no es más que Edward Rumsfeld, el chico que todos creen que es homofóbico. No obstante, cuando Andy esperaba una mala reacción de su parte, ocurrió algo inesperado.
Un rumor, una confusión, un noviazgo falso y dos chicos que aprenderán que los sentimientos son más complejos de lo que parecen.
¿El amor puede surgir de un simple error o será un error que surja el amor entre ellos?
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Esta historia es un BORRADOR.