Nunca había reconocido el valor de las palabras hasta que ya no pude decírselas. Nosotros nos guardamos tanto, nunca nos escuchamos pero tampoco fuimos capaces de expresar todo lo que sentíamos. Hasta que fue demasiado y ya no pude responderle. Los seres humanos guardamos lo que sentimos en las paredes de nuestro corazón. Vamos por el mundo dejando pasar los errores y nunca hablamos de ellos porque nos cuesta reconocer lo mucho que nos equivocamos. Somos seres orgullosos. Yo siempre fui así, hasta que mi orgullo la alejó de mí. Hasta que ello fue la razón por la que la perdí. Entonces comprendí que tenía que haber expresado todo lo que sentía mucho antes. Lo que nunca dije fue que yo todavía TE AMO.