El desastre de la Bibliotecaria
17 parts Ongoing Amor.
La "A" de un inicio. De una primera opción. De una prioridad. De un único plan determinado y sin variables.
El plan «A», sabiendo que no hay plan «B».
Y la "R" de un desenlace que aspira a un "continuará", porque de tener un final, el amor terminaría en "Z".
Siempre hay alguien a quien amar.
Sin embargo, amar es una cosa.
Es algo que no puede escogerse.
Uno no decide a quién, o por qué.
Pero podemos escoger un "cómo".
Porque, amar en sí, no tiene ciencia.
El amor no conoce la palabra peligro, y tampoco tiene miedo de nada.
Cree que saldrá ileso de cualquier hazaña, y para él, todo vale la pena en su nombre. Le gusta jugar a las escondidas, así que tal vez puedes tardar en hallarlo para que te toque, pero sentirlo es simple.
Reconocer que lo sientes depende de ti.
Identificarlo por su nombre es algo un poco más de haber aprendido primero qué cosa NO lo es.
Entenderlo es tarea imposible. Y quien crea que lo haya hecho, o es un genio cósmico o es un simple idiota creyendo que puede tomar las riendas algo tan indómito.
Lo complicado es saber hacerlo.
Saber darlo.
Demostrarlo.
Hacer que el otro entienda que lo que estás haciendo, lo haces por amor.
Nuevamente: Uno no decide a quién, o por qué.
Pero podemos escoger un "cómo".
Y muchas veces, ese es nuestro mayor problema.
Generalmente, se nos llega a preguntar "¿Qué es para ti el amor?".
Y es complejo de responder, claramente.
Pero la verdadera cuestión es "¿A qué has decidido llamar «amor»?".
Esta es una historia en las que el amor, que "todo lo puede", se ve amenazado por la complejidad de la que estamos compuestos los seres humanos.
Y es que nadie puede huir de las leyes universales.
Hay cosas de las que no podemos escapar. Por ejemplo, de nosotros mismos.