¿Qué dama no quisiera encontrar al amor de su vida en el siglo XVIII?, cuando el matrimonio de conveniencia es lo más usual. Ella no lo quería encontrar, ni siquiera buscaba alguien especial en su vida. Cécilia nunca se imagino que en una mañana común, cómo todos los días, llegaría una persona misteriosa que le cambiaría completamente la respuesta de la pregunta que acabo de plantear. Toda su vida se dedicó a escribirla en un diario, que después de muchos años fue encontrado.