Grecia del Gregorio siempre imagino que el hermano mayor de su mejor amiga, Santino Caruso era imposible, apesar de los sentimientos que acomulaba cada vez que lo veía, compartían o de tenerlo cerca de ella, cada vez que intercambiaban una simple palabra, ella suspiraba internamente y las mariposas en su estómago se hacían presente; desde el primer instante que lo conoció supo que sólo sería su amor platónico. Estaba muy segura de eso, completamente convencida de que el chico rubio, alto de ojos azules como el zafiro, de sonrisa perfecta, jamás pondría sus ojos en ella... Bueno, eso creía ella.
Desde el primer segundo en que los ojos de Santino se posaron en la morena alta de sonrisa angelical y mirada tímida, supo que sería su perdición; la causante de no querer tener una con otra mujer y de muchas noches de insomnio sonriendo como un idiota en la oscuridad de su cuarto, la que bailaba sin cesar en su mente, la que hacía a su corazón sentirse como una montaña rusa. Su voz junto a sus ojos profundos, estaban destinados a perseguirlo para toda su vida.
Pero lamentablemente la vida está hecha de decisiones y acciones que marcan nuestro destino.
Las pérdidas de las personas que más amamos nos cambia la vida en un abrir y cerrar de ojos, los secretos no pueden permanecer ocultos para siempre, al igual que los sentimientos. Porque hay caminos destinados a encontrarse, almas que son como imanes y están destinadas a encontrarse, sin importar el tiempo o la distancia. Más cuando una de esa persona tiene un pedacito que le pertenece a ambos.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.