- ¿¡Porque me haces esto?! - Eres mía. No puedes y no debes estar con otros. Mire sus manos manchadas de un rojo oscuro y opaco. No podia ser que lo hubiese matado. No me lo podía creer. Me acerque a él para darle una bofetada. - Ojalá nunca haberte conocido. ¡Ojalá nunca hubiera caído en tu retorcido juego! ¡Maldigo el día en el que te conocí, maldigo el día en el que viniste al pueblo! Se froto su mejilla afectada y una sonrisa macabra dibujo su rostro y de repente comenzo a reír como un maniático. Su risa me daba escalofríos pero de repente paro. - Aún no conoces a todos mis demonios, no deberías darte a la tarea de provocarlos. - Se acerco hacia mí haciendo que chocase contra la pared. - Si no quieres que te coman haz lo que yo te diga. No sabes de lo que soy capaz de hacer, aún no. Así que hazte un favor y acepta que eres mía y siempre lo serás.
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