Martín Santomé, viudo con tres hijos en vísperas de su jubilación, comienza a registrar en un diario intimo su vida gris y sin ningún relieve. La vida cotidiana de la rutina oficinesca y la de un hogar desunido y crispado se verán alteradas cierto día, cuando irrumpe en su opaca existencia la joven Laura Avellanada, nueva empleada a sus ordenes, Y ese cincuentón, hombre mediano pero no mediocre, consciente de sus limites y su desgana, decide abrir, casi sin proponérselo, un paréntesis luminoso.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...