La Bella Tiene Una Bestia

El veneno de la traición empezaba a filtrarse lentamente por mis venas, con un escozor que amenazaba con consumirme por completo. El dolor golpeaba con fuerza mi pecho. Había creído en sus promesas, en su amor que se jactaba de ser puro e inocente. ¿Cómo podía haber sido tan ciega? Las dos personas que más amaba, las que juraron protegerme y amarme, habían preparado la traición mas vil y sucia.

Con cada mentira tejida, con cada traición consumada, el veneno había llegado hasta mi alma.

Una triste y ridícula marioneta, una pieza más en su perverso juego. Una mentira bien ensayada. Cuando la venda cayó, se reveló una verdad mucho más oscura y retorcida de lo que podía soportar.

La venganza, tan dulce y amarga, siseó a mi oído como bálsamo para mis heridas. Sin embargo, había jurado una vida llena de paz. ¿Podría romper ese juramento y caer en un abismo sin retorno?

La respuesta era clara... si yo ardía, entonces me encargaría que cada uno conociera el verdadero infierno. Y me convertiría en la serpiente que los haría caer.

En nuestro último encuentro, lo miré a los ojos, saboreando su consternación. Con un gesto suave, levanté el arma y apunté. Su rostro, antes lleno de arrogancia, se contorsiono en un gesto de absoluto terror.

--Nunca te conocí realmente,--afirmo, su voz temblorosa.
--Y nunca lo harás,--respondí, mi voz gélida como el acero.

El disparo resonó en la noche, liberándome de sus garras. Con cada latido de mi corazón, sentía la libertad bombear. Había sido un juego mortal, y yo había salido victoriosa.