La familia Hernández esa noche pensaban en cómo terminar el mes sin que les faltara la comida para los niños, cuando Jaime, el padre, llegó con un joven herido que había sido asaltado. Sería una boca más por un día, apretaría más la soga que el matrimonio llevaba al cuello, pero hay veces que una pequeña ayuda puede hacer una gran diferencia.