Estábamos los dos sentados en silencio dentro del coche. Hacía unos minutos que habíamos llegado y después de todo lo ocurrido esa noche nos quedamos en silencio mirando al frente y echando miradas de reojo para estudiarnos el uno al otro. Cuando esas palabras se escaparon de mis labios. - ¿Quieres subir a tomar un café? - Le pregunté mirando su perfil y como se asomaba esa sonrisa de lado que él sabe que le queda tan bien. - No tomo café. - Contestó ahora mirándome y con esa sonrisa aún dibujada. - Bien. - No pude evitar sonreir yo también sin mostrar los dientes. - Porque tampoco tenía. Dicho esto salí del coche. Sabía que él estaba tan sorprendido como yo por mi repentina seguridad y me dirigí a la puerta de mi casa mientras que oía como él salía del coche para seguirme.