Leila Evans no sabia en que momento toda su vida se desmoronó entre sus dedos. Tal vez fue cuando aquella mujer con ropa color esmeralda y sombrero puntiagudo apareció en su casa con una carta. O tal vez fue con aquella profecía qué sentenciaba a su sobrino. Ella no lo sabía, pero no podía soportarlo. Crepúsculo y Harry Potter no me pertenece. Portada por: @Laitzablack12 de @Editorial_SilverAll Rights Reserved