A partir de ahora, debes olvidar tu posición con respecto al destino y sólo dejarte llevar por lo que te voy a contar.
Esta historia no empezó cuando se miraron; empezó cuando perdieron algo. Ambos rotos de la misma manera, pero mostrando una pequeña parte de esa esperanza que sigue viva. La vida les ha mostrado la crueldad, pero las grandes cicatrices que se guardan, son cubiertas por esa ligera línea que sigue creyendo en que todo puede ir mejor.
Ninguno sabía del otro, no se miraron a los ojos antes, no habían escuchado sus voces, pero siempre hubo una parte que ambos compartían, que sabía que, de alguna manera, conocían todo el uno del otro. Ambos se sentían tan cercanos cuando estaban solos, siempre con el corazón latiendo a mil, con los dedos temblando y las piernas flaqueando. Las palabras nunca fueron necesarias, y ambos lo sabían pero, callados por la presión y el dolor que ignoraban, esas palabras que se callaban las dejaban salir de una manera que sólo ellos entendían.
Stacy, cubierta por un telón de alegría, luz y esperanza, siempre creyendo que la vida puede ser una fantasía, pero siempre perseguida por una realidad dolorosa. Oculta detrás de las palabras de su pluma, el dolor de la pérdida se ocultaba con ellas.
Noah, siempre confiado y galán ante los ojos de todos, mostrando a los demás que la vida va jugando a su favor, pero sabiendo en el fondo que dejó de ser así cuando le arrebataron una pieza de su vida.