Ojalá tú y yo.

Y ahí fue cuando supimos que éramos el uno para el otro. Nuestras miradas se cruzaron y sentí como el tiempo se detenía ante la magia de nuestra química. La fuerza tan intensa resultante de ese vaivén de miradas fue capaz de detener mi mundo. Y cambiarlo. Encontré toda una galaxia en sus ojos, y ahí fue cuando supe que no debía conformarme más con esos mundos lúgubres que ponían los demás al alcance de mi mano. Se sentía bonito ver que una persona podía ofrecerte un universo entero. Ahí supe que encontré a mi alma gemela.

Ahora que te conocí, ¿qué podía ir mal? Nada. Absolutamente nada... ¿Es así, verdad? Prométemelo. Porque ojalá tú y yo duremos toda una vida.