Hola, me llamo Winter, ¿adivináis por qué? Nací en invierno (diciembre) y como en inglés casi todo suena mejor, pues Winter, queda mucho mejor, espero. A mí no es que me fascine mi nombre pero, me hace sentir especial a mi manera como a todo el mundo su nombre.
Este rollo no tiene nada que ver con la historia que quiero contaros, pero quería presentarme de alguna forma. Vale, ahora sí, va a ser difícil pero lo diré.
Me he enamorado de mi mejor amigo, Nick. A ver, en principio quiero decírselo, pero cada vez que lo intento, me lo pienso otra vez. ¿Para que decírselo si no me quiere?, ¿Perderé su amistad por decírselo?
Y visto lo visto en el amor, no sé si decírselo o callarme y no saber nunca la verdad.
Mi mejor amiga, Elle, ya ha perdido la fe en el amor. Le ha pedido de salir a medio mundo, a chicos, a chicas...
Por desgracia ninguna persona le ha dicho que sí.
Nick, es muy guapo, cuando estoy cerca de él y me abraza, me pongo nerviosa, pero gracias a cursos de teatro que hice cuando era más pequeña, me porto con toda naturalidad frente a él. Salvo cuando me pongo roja, y me suele pasar habitualmente.
Dicho esto, he hecho ridiculeces por amor. Y os contaré varias.
Abbie tiene un problema y la solución está en la puerta de al lado.
¡Ella no ha hecho nada malo! Sin embargo, su excompañera de hermandad la ha puesto en un aprieto en donde su futuro universitario pende de un hilo.
Con el tiempo corriendo, pánico y una mejor amiga experta en dar soluciones, Abbie explora las opciones, pero no tarda en darse cuenta de que Damiano, el frío jugador de hockey y su ceñudo compañero de piso, es la respuesta.