Todo empezó con una fotografía. Ambos creyeron que el juego terminaría ahí. Que la mentira no traería consecuencias. Pero los juegos no tienen sólo un segundo de duración. Y las mentiras suelen agravar cualquier situación, así las consideremos pequeñas. Los juegos y las mentiras pueden prolongarse a minutos, horas, y quién sabe; incluso días. Y cuando su dignidad camina por la cuerda floja, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar para salvarla?