He esperado cientos de vidas para contar todo aquello que un día habito en ella, hoy intento emularla para llegar a su final, cerrar el portal. He muerto cada noche para que mis letras pudieran ver la luz, estas y todas aquellas que muriendo cada vez, renaciendo con cada amanecer, despertando al ocaso, en el mundo de los sueños, que se parece al mundo de los muertos, solo que con menos luz, donde alguna vez conté esta historia cientos de veces, aún antes de ser escrita, y aquello que empezó letras atrás, minutos antes, ya pertenece al pasado, esperanzadas y expectantes a las letras que están por venir.
Lo cierto es que estas palabras no tienen fin, están sostenidas en el tiempo, en honor a lo que un día fui, recordandola, a lo que es, que antes me habitó, y a lo que será, renuente de morir, esperando en silencio su turno, a todas aquellas que me habitaron, y aquellas que me habitaran, que por las noches vienen a visitarme bajo el mismo seudónimo de esta carta sin caducidad.
Emet Fraino
2011
Una extraña obsesión.
No supo cuando ni como empezó, era extraño que cada vez que lo veía sus instintos se ponía a flor de piel.
Su nombre era Daenerys Targeryen, y su vida había estado marcada por una obsesión silenciosa pero profunda: Jacaerys Velaryon.
Pero, como las olas que golpeaban la orilla, su obsesión se estrellaba contra la dura realidad de que Jacaerys parecía tan distante e inaccesible como el horizonte mismo.