Liones, un muy antiguo pueblo de una abasta cultura mística, y de un culto feróz. La diosa del gran monte sagrado se le rendía tributo a través de un séquito de una docena de jóvenes sacerdotisas. Una de ellas, la considerada tercera princesa de la región: Elizabeth.
Mientras tanto, al otro lado, en Santa Fé, una tierra vecina, había un príncipe como ella: Meliodas. La exótica belleza de la sacerdotisa le dejó prendado, y como lo prohibído a veces suele ser más apetecible; usó de sus encantos para endurzarle el oído.
¿En serio estarían dispuestos a las consecuencias divinas de traicionar a una diosa, y a sus pueblos?