Metrópolis, Illinois City, 2000
En un laboratorio subterráneo en un punto muerto de la transcurrida Metrópolis City, dos grandes científicos se encontraban ocultos en sus penumbras y gélidas instalaciones, tenían un poco de frustración y maravilla en sus rostros. Habían logrado crear un virus letal, un suero capaz de aniquilar la raza humana sin necesidad de usar armas, lo único que necesitaban era inyectarlo en una persona cuyas defensas estén casi destruidas, un enfermo, o una persona adicta.
El virus consistía en crear un parásito inteligente y pensante, un huésped tan fuerte que fuera capaz de destruir los glóbulos blancas y rojos para dejar sin inmunidad al cuerpo. Este parásito viajaría por el conducto sanguíneo hasta llegar a los nervios centrales del cerebro causando que las neuronas mueran. La persona moría, pero sería capaz de volver levantarse con deseos inesperados de comer carne viva.
Sí, fueron capaces de crear un suero cuyo objetivo era hacer muertos vivientes tales como se veían en los filmes de Hollywood. Querían acabar con la humanidad para crear una raza poderosa, los metahumanos. Sin embargo, no eran para nada estúpidos, hicieron también una cura, un suero contrario al parásito. De la cura solo obtuvieron dos tubos de ensayo, cada uno se dejó un para que se inyectara la inmunidad.
Uno de los científicos llegó a su hogar y fue un golpe duro a su conciencia, cuando miró a sus hijos y esposa se cuenta del horrible error que había cometido, iba a destruir el mundo de su familia. Intercambió su mirada con su hijo mayor, un prodigio, era su propio reflejo. Luego miró a su hija menor, era aun más prodigio que su hermano, idéntica a su madre biológica, había heredado su enorme y bondadoso corazón. Sostuvo su mirada en ella unos cuántos segundos haciéndola sonreír, la respuesta estaba delante de sus ojos, su hija sería la que salvara el mundo, o lo restante de él, tendría en su sangre la cura.All Rights Reserved