Lo miré tratando de ser seria y él me "imitó". Constó de cinco segundos a reloj para que yo me echara a reír a carcajadas que se podrían escuchar hasta en Italia. Y sí, este era su efecto en mí. Tan involuntario. Tan dulce. Tan adictivo. Tan casual en mí. Era mi cosa favorita en la vida. Por más que tratara de odiarlo, simplemente no podía. Liam Brown, definitivamente era un hechicero frente a mí cerebro que simplemente tenía que hacer sus estupideces para que yo cayera rendida en sus encantos llenos de estupideces. Liam Brown, tu efecto en mí es estúpidamente necesario en mí. Como si de oxígeno se tratase.