- Perdóname... Sus lágrimas humedecieron el frío y pálido rostro del contrario y a pesar de que su cuerpo no paraba de temblar siguió aferrándose a él. -No me dejes... abre los ojos... por favor... Sabía que eso era imposible, pero aún así, siguió rogándole que abriera los ojos y que volviera a sonreírle como siempre solía hacerlo.Todos los derechos reservados
1 parte