-Mikasa- dijo la brisa, con la voz suave de Eren -.Quédate a mi lado- pese a que la voz no era mas que un susurro, tuvo la sensación de que caminaba a su lado. -Eren... lo siento tanto- respondió, sollozante. Lo había echado mucho de menos; quería ver su rostro, rodearle con sus brazos y apretarse contra su pecho, pero sabia que, si se volvía, Eren se habría marchado. Estaba soñando. Estaba sola. Estaba sola y perdida. «Perdida por haber tomado la decisión incorrecta- murmuró la voz en su cabeza tan tenue como el viento-.Sola porque mataste a quien amabas». -Tenía que hacerlo, o todos habríamos muerto-. Mikasa aún veía el rastro de cadáveres que se habían acumulado durante el retumbar. No era una escena que quisiera volver a presenciar.- Tenía que detenerlo. «Y lo conseguiste, pero ¿a qué costo?» Lo único que quería era regresar a su hogar. Estaba cansada. Estaba hastiada de las guerras. Quería descansar, reír, plantar flores y verlas crecer.