Es un camino a la superación. Tengo dieciocho años y con certeza nunca he podido aprender realmente a disfrutar de la vida, desde que tengo uso de razón, me he resumido en mantenerme en un bucle constante de tristeza y desolación, pero a pesar de todo, tengo ganas de luchar. Ganas de vivir. no es cualquier historia. Es mi historia y te la relataré para, desde mi propia experiencia, intentar ser un ejemplo. a veces no hay peor prisión que la mente y lo tengo bien sabido.