Todos salimos huyendo cuando nos asustamos. Eso es lo que Marvin hizo. Huir. Huyó donde creyó que nadie podría encontrarle. Cambió de ciudad con sus secretos rozándole los talones. Dormía con la almohada en sus oídos para silenciar sus pesadillas nocturnas, voces que se le metían en el cerebro a la fuerza y le ponían un peso en el pecho, dificultando su respiración. Cuando conoció a Robert ese peso pareció aligerarse. Le ayudó sin darse cuenta, sin saber mucho de lo que sucedía con él. Robert fue paciente e intentó ser fuerte por los dos. Pero ... Marvin quería huir, huir como ya había hecho hace dos meses, huir lejos ... Aunque al parecer no huyó lo suficiente.