A veces quisiera que las almohadas pudiesen hablar, para saber si la persona que se acuesta a mi lado es un hombre o un animal. Si cuando ronca en realidad está rugiendo o si cuando me abraza sueña en agarrar fuertemente una presa. De pequeña solía creer que al reposar la cabeza en las almohadas se impregnaban de nuestros sueños. Que conocían nuestros mayores miedos, y nuestros mayores sueños. Un día decidí dormir en tu lado de la cama, para intentar entrar en tus pensamientos. Entonces fue cuando al cerrar los ojos, soñé conmigo.All Rights Reserved
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