Eider se levantó para ir al psicólogo el último día de sus vacaciones antes de empezar las clases en un nuevo instituto, ya que se cambió porque tuvo problemas en el anterior. Llegó diez minutos antes de su hora y observo a cada uno de los pacientes que habían esperando para entrar a la consulta. Se quedó observando a dos de ellos disimuladamente hasta que les llamaron para entrar. No dijeron sus nombres, pero si sus apellidos. Los Marsans.
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