Le prestamos tanta atención al "Amor de mi vida" que nos olvidamos de un amor más importante, uno del que no se habla, uno del que no se tiene certeza de su existencia hasta que llega la hora de partir de este mundo, ese amor que nos acompaña hasta el final de nuestros días, el que presencia nuestro último aliento, a quien dedicamos el último latido: El amor de nuestra muerte.