Sinopsis
Cada miércoles, a las 18:30, viene él. Se sienta en el banco de madera desgastada marrón medio podrida, deja una rosa azul y se marcha. Ella, por otro lado, lo espía desde su ventana. Intenta descubrir quién es ese chico, y por petición del destino, sus caminos se cruzan.
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India es una chica morena, relativamente alta. Mide casi un metro setenta. No es ni muy delgada ni tampoco tiene sobrepeso. Su pelo no es ni largo ni corto. Media melena y tan rizado como el de su madre. Está en su peso correcto, o eso dice su enfermera. Tiene un carácter difícil por así decirlo. Muchas veces calla cosas que le gustaría decir para no tener problemas en el futuro. A veces mete la pata por ser una bocazas. Nunca ha tenido una relación seria y su primer beso fue a los 16. Estaba más emocionada su madre que ella por el primer beso.
Hugo, Hugo no es el típico chico malo de las novelas que se enamora de la niña buena, él simplemente es Hugo. El rubio irremediablemente sexy, con unos labios besables y mordibles que roba mirada allá dónde vaya. Tiene planta, y tanto que tiene planta, un metro noventa no pasa desapercibido en ningún sitio. Pero lo que más le gusta a India de él son sus ojos. No tienen un color definido, cambian según la luz. Pero van entre el azul y el azul turquesa. Pero a ella le encantan y siempre se pierde en su mirada. Tiene un pasado misterioso del cuál India querría saber. Ah, y cabe recalcar que que tiene un cuerpazo. También tiene un carácter difícil, la diferencia es que él no se calla las cosas. Es bipolar, cariñoso, amable, simpático, carismático, callado, frío, calculador y te pegará una paliza si es necesario.
En la cima de la montaña, el aire es más frío y el silencio más ensordecedor. No es solo la nieve la que cae en el descenso, también lo hacen las certezas y los miedos. En el mundo del snowboard, cada salto es un riesgo y cada curva puede cambiarlo todo.
Sue Harper ha pasado su vida deslizándose entre expectativas y sueños, buscando algo más que aplausos: la certeza de que su lugar en la cima le pertenece. Pero cuando la línea entre la ambición y los sentimientos se vuelve borrosa, el verdadero desafío no está en la pista, sino en mantener el control cuando el corazón quiere lo contrario.
En un espacio donde la lealtad, la rivalidad y la libertad chocan como avalanchas, aprender a confiar puede ser más peligroso que cualquier caída. Porque el hielo guarda secretos, y a veces, lo más difícil no es llegar arriba... sino no perderse en el camino.