La eterna oscuridad

El agua salada del mar se había tronado en un tono rojo cobrizo y escurría bajo sus pies. Un olor rancio se esparcía por el ambiente. Un hombre yacía parado en medio de una espesa neblina. Junto a él, se apilaban un sinfín de cadáveres humanos, o por lo menos la mayoría de ellos los eran, cubiertos de sangre.

El ambiente se había cargado de impureza que hacía del lugar inhabitable. El misterioso hombre se había encargado de aniquilarlos a todos, como se lo habían encargado.

Siempre se cumplían promesas de sangre. Con esta masacre se le había proporcionado la libertad y él sería capaz de exterminar a la raza humana... o protegerla. Pronto ya no quedará nadie de pie. Justo como ahora. Y es aquí cuando está última persona de pie se desplomará junto con las victimas de su propia espada.

Justo como ahora.