Una pequeña luz en la oscuridad

La sombra. Esa horrible mancha en el mapa que teñía de tinta y formaba una horrible figura en todos los planos de Ravka. El hogar de criaturas que burlaban a los santos y les daban la espalda a lo que debería existir en la naturaleza. El misterioso Neoceano que escuchaba cada plegaria de los ravkanos pidiendo su destrucción. En silencio, aguardando a un grisha que ni siquiera existía...aún.

Una chica que intentaba ganarse la vida trabajando en el personal de limpieza y atención del pequeño, no tan pequeño, palacio. Una muchacha que no le importaba limpiar las estatuas de criaturas fantásticas inspiradas en cuentos infantiles, o podar los jardines mientras recibiera una porción más en su mesada. Una joven de 20 años distraída, inocente y torpe. Lo suficientemente torpe para ignorar el poder que gritaba dentro de ella. Hasta ahora.

Un general. Un grisha. El oscuro. El grisha más importante de todo Ravka. De todo el mundo. El ser más estratégico, audaz, despiadado e inteligente que caminaba por los pasillos del pequeño palacio. Que por cierto ignoraba por completo que su invocadora del sol era la chica que limpiaba su comedor.