"Los ligeros y abundantes copos de nieve cubrían la iluminada ciudad algente, hermosa. Pero no tanto como la chica que la miraba con ojos conmovidos y alegres. Creí nunca haber visto a esa chica por la ciudad pero una sensación más bien íntima me decía haberla visto en una vida anterior. Miraba las calles de Londres enardecida, era como una niña, su cara la delataba. Consideraba que por la medida de su cuerpo y sus rasgos tendría unos 18 años, pero esos ojos, esa curva alterada en su cara, ese aire juvenil en toda su totalidad, no podía tener esa edad."