Han perdido la noción del tiempo mientras miran las fuertes olas chocar contra las rocas bajo sus pies. Louis suspira y morena nota su ojos sobre ella, se gira y centra su mirada en los ojos azules del muchacho. El brillo tan característicos de estos, ha desparecido y eso a ella le rompe absolutamente. Una sonrisa melancólica escapa de sus labios y vuelve a mirar al mar antes de hablar: ―¿Cómo hemos acabado aquí? ―ella intenta decir algo pero las palabras se desbaratan antes si quiera de salir de su boca―. Quiero decir, ¿cómo hemos hecho para acabar así? Los ojos de él vuelven a posarse en Grace, cuyo nudo en la garganta se intensifica. Cierra los ojos. Se prometió así misma no llorar más, no es justo. No cuando no se considera con derecho alguno a derramar ni una lágrima más. Abre los ojos de nuevo y se acerco a Louis, apoyando su cabeza en su hombro. Él pasa los dedos por su espalda, tratando de reconfortar a su amiga, aunque el dolor sea, desafortunadamente, igual de intenso para ambos. ―¿El destino? ―prueba suerte. A Louis no le convence mucho la respuesta evidentemente, pero la acepta. ―Supongo. Y se quedan así durante unos minutos. Quizás horas, pero no importa. Ya nada importa.