Aarón Loyola ha respondido al llamado de la fe, por lo que ahora es un sacerdote cristiano apostólico recién salido del seminario. Después de su segunda misa en la provincia en la que fue llamado a servir, recibe el encargo de una de sus feligresas: «Ayude a mi hijo». Por supuesto que en su posición no está para negarle ayuda a nadie, aunque el hijo en cuestión lo haga sentir terriblemente incómodo cada vez que lo mira. Sorel, se llama Sorel; Aarón empieza a sudar tan solo al recordar ese nombre. Pero la imagen de aquellos ojos hermosos y labios gruesos se han instalado en su cabeza como un demonio con infierno propio. Espera ser lo suficientemente fuerte para ayudar a ese joven, porque de lo contrario... se dejará arrastrar con Sorel hasta el más dulce de los pecados...