Luces en la oscuridad.

No sé cómo me metí en esto.

No sé cómo me enamoré de ella.

Pero lo hice, a pesar de todo.

A pesar de las advertencias.

Lo hice, lo hice con gusto porque no me arrepiento de nada.

Ni de conocerla, ni de enamorarme.

Todo pasó tan rápido que no me arrepiento.

Porque aunque nuestro momento fue breve, lo disfrute y goce como nunca y como nadie.

Desde un principio pensé que ella era oscuridad, sólo por su forma de ser, el cómo trataba a las personas y entre otras cosas.

Pero luego descubrí que como ella era oscuridad, también tenía esa pizca de luz.

Ella es oscuridad y luz a la vez, siempre será así.

Mi luz y mi oscuridad.

Y así como ella es oscuridad y luz, yo también lo soy.

Y más si de ella se trata.

Seré su luz y cuando quiera su oscuridad.

Ella llegó como una bala directo a mi corazón.

Una bala que atravesó mi pecho y poco a poco fue deteriorándome.

Esa bala que atravesó mi pecho por ella.

Le entregué todo en cuerpo y alma. Cómo ella lo hizo conmigo.