Soy el párroco asignado a este variopinto y caluroso pueblo. Mi fe y mi entrega a Dios constituyen la fuerza y la razón de mi existir; pero desde que llegué a este lugar tan lleno de intrigas y tentaciones se han quebrantado mis cimientos y se ha alterado hasta el más alto de mis rigores. ¿Qué hacer cuando la pasión me corroe? ¿Cómo evadir la lujuria que me atormenta? Señor, absuelve mis pecados y abrázame con tu misericordia. Yo Confieso...