Osiris no era libre. Lo sabía bien. Aunque podía hacer lo que quisiese sin consecuencias, o tener lo que deseaba siempre, no era libre. Seguía siendo manejado por personas que no tomaban responsabilidad del daño causado por siglos hacia él. Su trabajo era "proteger", y lo hacía, pero, ¿qué recibía a cambio? Pasó toda su vida cuestionándose, cuestionando sus ideales (que en realidad no eran suyos) y acciones, pero sin hacer nada. Hasta que Óplo, un chico de sólo 19 años que había pasado más de lo que se podía imaginar, grosero, mal educado, sin un conocimiento primario previo, con ideologías totalmente repugnantes y caníbal, llegó a cambiar eso. Seguía sin ser libre, pero aquel chico le demostró lo que se sentía. Y por primera vez en 1800 años, pudo sentir el peso de sus hombros descargarse. Ahora, era momento de que Osiris contara su historia. Tal y como era. Sin mentiras y sin pintarla de rosa. A partir de ese momento, Ji Osiris supo que no tendría que seguir a nadie más, si tenía a Óplo a su lado.