¿Qué sucede cuando la traición te transforma en una criatura que ni el mismísimo infierno reconocería?
Un Hufflepuff cuya bondad se desintegró, dejando solo un odio despiadado que consume todo a su paso. Una Ravenclaw cuya brillantez ahora se retuerce en manipulaciones crueles, diseñada para aplastar almas y quebrar mentes. Dos Slytherin que abandonaron la ambición para rendirse completamente a la oscuridad más absoluta, encontrando en ella no solo un propósito, sino un placer enfermizo.
Cuando el Señor Oscuro los miró, no vio simples peones. Vio potencial. Vio armas. En su abrazo, ellos encontraron lo que el mundo les negó: poder ilimitado y la promesa de venganza. Él los moldeó, quebró lo poco que quedaba de humanidad en ellos y los transformó en sus manos derechas, en sus verdugos más leales. Les ofreció el refugio de su sombra y les otorgó un propósito: destruir, corromper, gobernar.
Ahora, no existen límites para ellos. No hay líneas que no crucen, ni vidas que no estén dispuestos a segar. Sacrificarán Hogwarts, el mundo mágico, y cualquier atisbo de inocencia que quede, todo para cumplir su objetivo: desatar un caos que solo ellos puedan controlar.
Ya no buscan justicia. Ni redención. Ni siquiera poder. Solo quieren ver arder el mundo que les falló, y en ese fuego, alzar su corona de destrucción.
Esta no es una historia de héroes caídos, sino de demonios alzados. Y en la oscuridad, ellos son los herederos del Señor Oscuro