¿Te sientes mal? ¿Pensando en el suicidio o en cortarte?Solo imagina esto por un segundo: Estas sentada en tu habitación *puerta cerrada con llave* con una lapicero y un papel en blanco frente tuyo. Tu mano tiembla y las lágrimas caen otra vez, es la tercera vez en una hora. “Para mi familia” escribes en la hoja pero decides que es una mala manera de empezar tu carta, de suicidio. Pruebas de nuevo, una y otra vez pero no sabes como comenzar. Nadie te entiende, nadie entiende lo que estás pasando, estás solo, o al menos eso piensas. A nadie le importa si estás vivo o muerto. Es de noche, te deslizas en la cama; “Adiós” le susurras a la oscuridad. Tomas tu última respiración y acabas con todo. ¿A nadie le importa no? Bueno te equivocas;Es martes, la mañana siguiente. A las 7:00 tu madre llama a tu puerta; no sabe que no puedes oírla, no sabe que ya te has ido. Golpea unas veces más, como no hay respuesta de tu parte abre la puerta y grita. Se desploma en tu habitación mientras tu padre corre a ver que sucede; tus hermanos ya se habían ido al colegio. Tu muy débil madre reúne toda la energía que le queda (la que es prácticamente nada) para caminar hacia tu cama. Se apoya en tu cuerpo, llorando, apretando tu mano, gritando. Tu papá está tratando de mantenerse fuerte pero las lágrimas escapan de sus ojos; llamando al 000 o 911 con su mano izquierda mientras que la otra está en la espalda de tu mamá.
La vida de Samantha es normal. Vive con su hermano y con su madre, su mejor amigo es encantador, su mejor amiga es...bueno, Emily es Emily, April es una chica algo alocada con la que pasa bastante tiempo, Rob es algo idiota y parte de su familia vive lejos. Todo normal.
Pero todo cambia en fin de curso, cuando deciden "alojarse temporalmente" en casa de su prima, en Seattle.
Fiestas, peleas, visitas al hospital e idas a comisaría son solo algunas de las cosas que les ocurrieron a lo largo del verano.
Al entrometerse en una pelea recibe un golpe, del cual, tendría que haber estado agradecida. Y todo gracias a una pelea. Empieza a conocer cosas de sí misma que ni si quiera ella sabía.
Al acabarse los tres meses de verano, tuvieron que volver a casa, a terminar su último año de instituto. Allí se reencuentran con viejas amistades, y claro, también enemistades.
A partir de eso, lo único que pasa por su cabeza es como escapar, como hacer que las cosas estuviesen como antes, pero no pudo.
- ¿Por qué no puedo hacerlo? ¿Por qué las cosas no pueden ser como antes? - pregunté con lágrimas en los ojos.
-Cariño, todos los actos tienen consecuencias, así es como el mundo entra en equilibrio, si haces algo malo, tarde o temprano te pasará algo malo. Lo conocen como el karma.
-Yo no creo en esas cosas.
- ¿Y en qué crees?
-En que eres un imbécil.
-Yo al menos no soy una zorra que va por ahí haciendo sufrir a la gente.
"Yo no lo hice" pensé.
- ¿Y a esto que se le considera? - grité - ¡eres un maldito psicópata!
-Yo solo lo llamo recuperar lo que es mío - su voz ronca hizo retumbar el lugar vacío en el que nos encontrábamos - ¿ahora lo entiendes?