La secundaria podía ser descripta de dos formas: el cielo o el infierno. Para Nina era un infierno. Venía de un curso avanzado de Los Ángeles, ahora que estaba en Michigan debía adaptarse en el burdo segundo año de bachiller. No era que hubiera estado especialmente emocionada de mudarse allí, dejar su instituto privado, sus amigos de infancia, para mudarse a un pueblo en una ciudad que era fría, húmeda y repleta de molestos mosquitos. Su padre había tenido una baja en la empresa que mantenía en Los Ángeles y se había visto obligada a mudarse con él y su madre a Michigan. ¿Genial, no? Se había visto arrastrada hacia un lugar que ni siquiera conocía, arrancada de su instituto para ir a un, escuchen bien, colegio público. Maldito fuera el día en el que su papá se metió en las apuestas. Lo que más le molestaba de toda la situación eran sus absurdos compañeros de clase. Parecía que en serio no tuvieran ni dos gramos de cerebro en esa cabeza. Sobre todo los chicos, que pensaban con la cabeza, sí, pero con la de abajo. Eran completamente idiotas, bueno, había unos cuantos que eran "salvables" pero el resto eran más bien "salvajes". James O'Connel estaba clasificado en los salvajes, sin duda alguna. El mariscal de campo del equipo de fútbol. Salía con la porrista estrella Katie Perron, típica rubia de bote, tetas plásticas y sonrisa Colgate (marca de dentífrico). ¿Qué pasaría si ese chico tremendamente molesto fuera su vecino? Nina Lewis se verá obligada, no solo a verlo a diario, sino también a aguantarlo como compañero de proyecto.All Rights Reserved
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