¡Hazlo! - le gritaba el rubio. - ¡Dispara de una buena vez! -le gritó de nuevo ferozmente. La chica con mano temblorosa, subió el arma apuntando hacía el pobre animal que se encontraba allí tendido. ¡Te dije Georgina! ¡Gané! - vociferó el chico rubio. - Tanto que decías que esa niñata era de temer, ¿esa era la chica que tanto mencionabas? ¿era esa la que decías que... - el rubio fui interrumpido por un disparo, tal acción le hizo voltear de inmediato hacía la dirección de la chica. ¿Qué decía? - preguntó ella, estaba cargando el arma de una manera muy rápida. - Dime Jared, ¿Qué decían de mí? - esta vez sin ningún tipo de atisbo de temor, ni misericordia apuntó al chico, éste la miraba atónito y asustado. - Jared, estas demasiado pálido, ¿te encuentras bien? - preguntó de nuevo y con movimientos rápidos desvió el arma y le dio fin a la vida del pobre venado que se encontraba ahí. ¿Quién eres? - fue lo único que pudo pronunciar el rubio antes de desmayarse. La pelinegra rio. ¿Yo? - caminó directo hacía el chico, con el pie lo movió pero él no reaccionaba, se agachó a su altura y lo movió bruscamente hasta que poco a poco fue despertando. - Yo, querido Jared. - le habló cuando el chico ya tenía los ojos abiertos. - Yo soy esa a la que todos temen, soy tierra, y fuego, soy perdición, maldición, soy tortura, crueldad. - le agarró la cara e hizo que la mirara. Soy Levana, la maldita mujer de Erebus.