Ella, la Señorita Pintora. Tan hiperactiva, tan irreverente, tan prepotente, tan... ella. Él, el Señor Escritor. Tan soso, tan calmado, tan indiferente, tan... él. Él no tiene nada que ver con ella. Ella nunca había notado la existencia de él. Desconocidos a pesar de pasar el tiempo en los mismos lugares. Tan cerca y a la vez tan lejos el uno del otro, hasta que una casualidad lo cambió. Quizás el destino. O Dios... O el diablo. Es increíble como algo tan simple como un par de palabras pueda llevar a algo tan... ellos. Unas palabras que se convirtieron en una charla. Una charla que se convirtió en una conversación. Una conversación que se convirtió en una amistad. Una amistad que se convirtió en algo desastroso... pero curioso. Bastó un pequeño dibujo. Bastó un poco de curiosidad. Bastó con unos minutos. Fueron suficientes para que comenzasen a hablar de arte en las bancas del parque.
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