Un día en que el inmenso calor de los Avernos podía sentirse navegar entre los alientos del aire, Martín se vio sorprendido, en el interior de su pequeña casa situada en la ladera del pico de Cumbre Vieja, por un grupo de musculosos hombres acompañados del estridente cántico de las sirenas. Tras perder el único recuerdo de su familia que le quedaba, deberá pensar en cómo podrá una isla entera sobreponerse al peor escenario jamás imaginado.