Se odian, se quieren, nadie lo sabe. En nuestro círculo no pudimos evitarlo, hasta que ya era demasiado tarde. Su amor era tóxico, obsesivo, les atraía su manera de tortura. Se fue todo a la puta mierda, por sus hormonas. Me sentía incomoda a todas horas, la tensión se podía rasgar con la afilada hoja de una cuchilla, pero fuimos estupidos también, guiamos al mundo que conocíamos al su autodestrucción. Odio hablar así, pero ya no me importa nada, absolutamente nada.