"Ellos eran muy hermosos, tan simpáticos, tan encantadores, no te lo imaginas. No tienes sino que estar cerca de ellos para amarlos; era algo automático. Sin embargo, no se les podía enseñar. Estaban estancados a cualquier nivel de desarrollo que hubieran logrado antes de ser mordidos, podían destruir media aldea en una de sus rabietas. Si tenían hambre, se alimentaban, y ninguna palabra de advertencia podía contenerlos. Los humanos los veían, historias circularon, el miedo se propagó como fuego en maleza seca..."