Es ese sentimiento de sentirte una presa todo el tiempo, ese instinto que, por más que lo ignores hay un 90% de probabilidad a que sea cierto. ¿Quién iba a pensar que todo era un simple juego? ¿Cómo íbamos a saber que nosotros eramos los peones del tablero? Sí, esas piezas que sacrificas a tu antojo. Y lo peor es que teníamos todo en nuestras propias narices. Aunque nadie sabía quien era el verdadero jugador....