Sandra se miró al espejo, y no le gustó lo que vio. Empezando desde sus pies pequeños, sus tobillos hinchados, sus muslos grandes y su cadera ancha. Seguido por sus pechos pequeños, y sus brazos gruesos. Terminando por su cara redonda, con labios finos, nariz respingona, y unos ojos grandes de color verde. Pensando en su físico, se dio cuenta de que al menos tenía unos ojos bonitos, al igual que su madre.
Su pelo marrón, marrón caca, como ella decía, caía en cascada casi hasta la cintura, y no era ni liso ni rizado, sino con ondas. Su madre se pasaba
el día diciéndole que se cortara el pelo, corto como ella, pero Sandra se negaba, sus amigas siempre le habían envidiado por su pelo.
Recordó una frase que le había dicho su abuela: Si no te quieres a ti misma nadie te querrá.
Y intentó quererse, pero no sabía como.
Quizás te habían dicho que es un abogado novato, pero no es verdad. Es el diablo en persona: ruso, millonario, codiciado, peligroso y sin escrúpulos. Así se describe Cassian Rostov, un abogado de la mafia. Las leyes del abogado perderán su rigidez cuando él se encuentre cautivado por la esencia de una mujer que, a pesar de su apariencia juvenil, posee la fuerza y la pasión capaces de derretir hasta el corazón más endurecido." En el mundo sombrío de la mafia, la debilidad toca a la puerta de un abogado temido: una chiquilla inocente que despierta un amor prohibido."