-La americana llegó- comentó una chica rubia alta, de fuertes facciones faciales. Extendió su mano
tomándome por sorpresa-. Harriet, Pupila- dijo con orgullo.
Patético.
La miré, sin contestar ni responder su saludo. No planeaba tocar sus manos sucias y antihigiénicas.
-Tú le das la mano una Pupila, mostrando el debido respeto- dijo, tomando mi brazo y empujándolo con fuerza contra su pecho.
-Cuando la Pupila se gane mi respeto- solté su agarre con delicadeza-, entonces le daré la mano, zorra.
-¿Disculpa?- dijo indignada.
-Disculpas aceptadas- y le sonreí sarcástica.