Nunca había entendido el motivo por el que las personas sucumbían a los encantos del descontrol. Pocas veces había antepuesto una decisión complicada a la comodidad de una vida resuelta: trabajo, familia, novio... Y, sin embargo, ahí estaba yo, en el aeropuerto de Manchester con la única certeza de que nada volvería a ser lo mismo. No después de convivir con Enri y Jason, y descubrir el verdadero sentido de la palabra libertad. Difícil, enrevesado y terriblemente satisfactorio, a partes iguales. ¿Merecería la pena?