No tiene nada de especial este día, no al menos que yo sepa. Está apagado, nublado, frío y sombrío. El viento está enfurecido, como si quisiera arrancar los techos. Yo sólo estoy en mi habitación de paredes blancas que combina con el grisáceo cielo que pareciera aclararse y oscurecerse a su antojo como si estuviera cambiando de ánimo tras haber tenido un mal día. Y mientras estoy aquí, un poco desanimada, sólo escribo.