El temor se expandia por toda la ciudad, nadie quería salir de su casa y nadie hablaba entre si. Las madres no querían enviar a las escuelas a sus hijos ni que saliesen a jugar en la calle con sus amigos. La gente sólo salía para comprar la comida o cosas que realmente necesitaban y el resto del tiempo no se veía a nadie más que a algunos valientes que parecían no tener miedo de lo que ocurría. Hace tres años que todo era así, desde que la gente se entero que un asesino serial andaba suelto por las calles. 45 víctimas y un sólo culpable. Harry Styles, un joven detective, decide hacerse cargo del caso e intentar atrapar al culpable. Ningún detective, ni policía se explicaba como el asesino nunca dejaba rastro. Ni una sola huella o siquiera una pequeña señal de que hubiese estado allí. Por lo único que sabían que el ocasionaba todos y cada uno de los asesinatos era porque dejaba siempre algo pintado en alguna parte y siempre era lo mismo, una carita feliz.